El Arete Guasu Chaqueño

El arete guasu es la gran fiesta de los guaraní del Chaco. Se celebra tanto en el sudeste de Bolivia, como en el norte de Argentina y en el oeste del Paraguay. Tradicionalmente, el arete se realiza en la época en que se cosecha el maíz con el que se prepara la chicha o kagüi, bebida fermentada preparada exclusivamente por las mujeres, que se comparte durante la fiesta. Tras la colonización europea y con la adopción del calendario cristiano en la región, el arete pasó a ser asociado al carnaval. Por ello, el arete es hoy conocido como el carnaval –o candavare- guaraní. 

En Paraguay, los guaraní que viven en el Chaco central muchas veces son referidos como ‘guarayos’ por los no indígenas; sin embargo, ellos utilizan el etnónimo guaraní para referirse a sí mismos. En los censos suelen ser identificados como ‘guaraní occidental’ para distinguirlos de los guaraní ñandeva, que también viven en la región del Chaco y de los otros pueblos hablantes de lengua guaraní que viven en la región oriental del país (mbyá, aché, avá y paĩ taviterã).

En el arete guasu la gente se reúne para bailar y compartir bebidas durante algunos días, y se visita a los parientes de la propia comunidad y de las comunidades vecinas para compartir con ellos. Algunas personas afirman que, en la época del arete, los antepasados ya fallecidos vienen desde el lugar donde viven los muertos para bailar con los vivos. Y lo hacen enmascarados. La gente se refiere a ellos como agüeros o aña. Por ello, en el arete las rondas de baile muestran una escena híbrida y multiespecífica, pues la máscaras se preparan con diferentes materiales (madera de samou,  tela, o cartón) y también con partes de distintos animales (pieles, plumas, dientes, etc). 

El arete guasu es un ritual musical. El conjunto de instrumentos está integrado por una flauta (que puede ser de dos tipos: temïmbï o pinguyo), por tres o más cajas, y por un bombo (angúa y angúa guasu). Los instrumentos musicales son ejecutados exclusivamente por hombres, siendo el flautero el único solista. Su responsabilidad es grande porque, además de animar a las personas para que bailen, el flautero debe dominar un repertorio amplio, indicando por medio de los diferentes temas que toca, los distintos momentos del rito. Es el toque de la flauta que anuncia cuándo las rodas de danza cambian la dirección en que giran, o cuándo se harán pausas en el baile para descansar por algunos minutos; la flauta anuncia cuándo entrarán los kuchi en la arena ritual para ensuciar a los participantes (jóvenes con el cuerpo cubierto de barro que hacen las veces de chanchos); la flauta anuncia, al tocar oguata pegua (para caminar) que la fiesta se desplazará de una casa a otra en la comunidad; la flauta acompaña con toques específicos los combates rituales entre toros (hombres caracterizados para representar a ese animal) y aña, como también entre el toro y el tigre, acompañando musicalmente el clímax del drama ritual. 

A pesar de todas las censuras y privaciones que los guaraní chaqueños enfrentaron durante el último siglo, y a pesar de las transformaciones que, para bien o para mal, la modernización del Chaco trajo consigo, el arete cambió pero no desapareció. Por medio del arete guasu los guaraní chaqueños dan continuidad a sus modos tradicionales de vivir en comunidad, a su cosmología y a su estética, regenerando, año tras año, su lugar y su tiempo. 

María Eugenia Domínguez

Doctora en Antropología
Universidad Federal de Santa Catarina

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