EL TIEMPO ITINERANTE

El Arete Guasu Guaraní de Pedro P. Peña

Los orígenes del arete guasu guaraní son tan antiguos como los rituales y mitos relacionados a los ciclos agrícolas en el gran bosque chaqueño. Los guaraní occidental, pobladores de grandes regiones selváticas que hoy conforman territorios del gran Chaco paraguayo, argentino y boliviano, agradecían a la naturaleza la abundancia de alimentos al final de cada cosecha anual. Lo hacían echando mano a los recursos simbólicos del rito, marcando una temporalidad propia del modo de ser guaraní. El arete guasu, la gran fiesta guaraní occidental, es una celebración conformada y cohesionada por la música (elemento fundamental del rito), la danza en comunidad, y la potencia estética de las representaciones y los juegos, tomando cuenta del bosque chaqueño durante períodos que podían durar semanas. 

El arete guasu es un dispositivo ritual que impugna el tiempo, en cierta manera lo desquicia y lo aleja de su función convencional como rector del transcurso de los acontecimientos. Lo hace mediante el ardid de establecer tiempos/espacios itinerantes, que propician el retorno de las almas de parientes y amigos que han partido. El tiempo se escinde, abriendo brechas por las que se cuelan los espíritus. Los Agüero-Güero, portando bellas máscaras y bonetes conocidos como “apyte pukú”, representan a los difuntos que retornan para compartir con sus parientes el fulgor de la celebración. Juegos y representaciones, plenos de simbolismos y gran belleza estética, se suceden en el espacio ritual. La gente celebra al son de la música, danzando en rondas, bebiendo chicha, riendo, compartiendo los alimentos, olvidando los avatares de la vida cotidiana, renovando así los lazos comunitarios.

De todos los arete guasu celebrados en el Paraguay, hay uno que tiene carácter de leyenda, casi inaccesible debido a la distancia y el aislamiento: el gran Kandavare de Pedro P. Peña, al noroeste del Departamento de Boquerón, junto al río Pilcomayo. Es ahí donde se ha desarrollado el trabajo fotográfico de Mario Samaja, de nacionalidad italiana, residente en Paraguay desde hace un par de años. Mario es un fotógrafo cuya experiencia de vida por más de 30 años en el continente africano, le permite transitar estos delicados espacios rituales y sus complejos tiempos con mucha delicadeza, naturalidad y respeto. Sus fotografías de dos celebraciones consecutivas (2021 y 2022) del arete guasu más aislado del Chaco, en las comunidades indígenas de San Agustin, Laguna y Cristo Rey, testimonian no sólo su sensibilidad -la belleza de las imágenes dan cuenta de esto-, sino se constituyen en un registro fundamental del gran ritual guaraní en territorio paraguayo.

Que sean pues estas imágenes una clave, o aún mejor, un mapa que nos enseñe el acceso a esas complejas y bellas estructuras rituales, contenidas u ocultas en el mítico “Matyvyrocho”, ese tiempo-lugar enigmático y distante, sitio del arete guasu permanente.

Fernando Allen

Julio 2022

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